El silencio pesa tanto, la casa está vacía, mi alma hecha girones. No hay nada más doloroso que perder un pedazo del corazón, un pedacito color naranja que con sus ronroneos llenaba mi alma de felicidad.
No hay forma de explicar el dolor, necesitaría 6 años de mi vida para contar todo lo que me duele su partida. Necesitaría millones de horas para expresar toda la felicidad que sus caricias me brindaron, sus travesuras y su cara de inocencia pidiendo amor y regalándolo a cuanto ser humano conoció.
Yo se que no soy la única que sufre su ausencia, también mi esposo que se acostumbró a quererlo a pesar de que no le gustan los gatos, mi cuñado que ha dormido con Tommy mientras nosotros hemos estado de vacaciones, así como las personas que han acariciado su hermoso pelo naranja, que han sentido sus suaves patitas y que han oído sus dulces ronroneos. (más…)